sábado, 7 de mayo de 2011

Sobrevivir a la vida (Teoría y práctica)





Sonrevivir a la vida  (Teoría y práctica)
Por  Erick Estrada
Cinemaweblog

Comienzo mi participación en este nuevo espacio  (además de dirigir cinegarage.com colaboro en otros tantos sitios, revistas y periódicos) agradeciendo la invitación y platicando sobre uno de los maestros de la animación en cine. Svankmajer es la prueba viviente de que la animación (en este caso la realizada cuadro por cuadro) no es cosa de niños y por lo mismo lo he admirado desde que era uno de ellos. Entusiasma además que su más reciente largometraje se exhiba en la Ciudad de México en la Cineteca Nacional y, claro, que la coincidencia se dé para que inaugure esta pequeña columna a veces conocida como blog. Gracias de nuevo por la invitación.

Jan Svankmajer lo ha hecho de nuevo. La naturaleza humana ha sido desnudada otra vez gracias al trabajo laborioso y ensimismado de un exacto, una cámara de cine capaz de fotografiar cuadro por cuadro y la imaginación perversamente infantil del director.

Arquitecto de los cortos animados más pesadillescos que se hayan visto en el cine de animación moderno, el señor Svankmajer regresa al largometraje para contar de una vez por todas lo que él mismo explica al comienzo de su cinta, Sobrevivir a la vida (Teoría y práctica): una historia en la que la realidad y los sueños (o la irrealidad) convivan y estén presentes uno en el otro. Y lo consigue.

Este salto de la muerte -en el que no solamente mezcla varias técnicas de animación con acción real, sino en el que ambos lados del espejo se intercalan y abusan uno de otro- no es nuevo para él. Lo tuvimos de manera más clara y “clásica” en la alucinante-a-morir Alicia (1988) en donde otro genio, Lewis Carroll y sus narraciones proto psicodélicas de la pequeña niña que persigue conejos, son objeto finalmente de una de las adaptaciones más libres y a la vez más certeras que se les hayan practicado. Esta vez, sin embargo, esos mundos paralelos (curiosamente hoy tan de moda) viven un romance en el mejor de los sentidos.

La historia lo cuenta todo. Un hombre se enamora de un sueño: una mujer realmente encantadora (Klára Issová) que de tanto serlo solamente puede habitar en los sueños. Él (VáclavHelsus) hace entonces todo lo posible por domir y tratar de consumar en el sueño una fantasía que ni siquiera él conoce a profundidad.

Podría parecer una revisión innecesaria de Romeo y Julieta, en donde los Montesco y los Capuleto son sustituídos por el mundo real y el mundo de los sueños, que confabulan para mantener separados a los enamorados. Pero no. El toque de la narración animada de Svankmajer, su estructura fracturada en pos de un humor ácido y corrosivo (poner a discutir a Sigmund Freud y a Viktor Frankl no es cosa menor), y un desenlace que aunque luminoso en la forma es dolorosísimo y mucho más profundo de lo que parece, son en realidad un entendimiento de la naturaleza humana.

Saltando de los sueños a la realidad y viceversa, Svankmajer entra a las profundidades más escondidas de la psique de sus personajes y, en consecuencia, a la nuestra. Ahí están, en su técnica de animación, en su estilo de animación, en su sentido del humor bombardero y sacrílego, en su desesperanza implícita, todas las teorías que pisquiatras y psicólogos han elaborado para comprender nuestros impulsos. Ahí están los miedos y los orgasmos, los gritos y los susurros. Y todo, además, parece una gigantesca historia de amor, la única que existe desde que somos humanos.

Jan Svankmajer lo ha hecho de nuevo.




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